miércoles, 30 de noviembre de 2016

Pongamos las cosas en orden

Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo. 
Efesios 4:32.

Lectura: Efesios 4:17-32.  Versículo del día: Efesios 4:32.

MEDITACIÓN DIARIA

Dentro del contexto de la lectura también nos habla lo siguiente: “Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia” (v. 31). Es que la bondad y la compasión deben ser baluartes en el cristiano y la persona que pierde la calma fácilmente dejándose llevar por la ira, los gritos y la calumnia no demuestra en ningún sentido su bondad ni su compasión por el prójimo. Además de esto viene lo más importante, que tanto cuesta: perdonar y pedir perdón. Es tan importante que no podemos irnos a la cama aun con el enojo a cuestas: “Si se enojan, no pequen. No dejen que el sol se ponga estando aún enojados, ni den cabida al diablo” (vv. 26-27 en la lectura). ¿Cómo no vamos a perdonar si el Señor nos perdonó tanto a nosotros? Y además de eso, no lo vuelve a traer a la memoria; dice la Biblia que las transgresiones las echó tan lejos como está el oriente del occidente (Salmo 108:13). Así que no hay que estarlo recordando. La trillada frase de “perdono pero no olvido”, no es perdón.
Muy seguramente, han existido o existen problemas actuales entre cónyuges, hijos, padres, hermanos, familiares o amigos y esas situaciones nos roban la paz. Hay que aprender a ser hacedores de la Palabra porque de lo contrario se quedaría como letra muerta. Tenemos que ponerla en práctica. Además si solamente amamos a los que nos aman o nos llevan la idea en todo, no se tiene ninguna gracia (Lucas 6:32). Aquí entra en juego la tolerancia y el amor y eso es lo que debemos ejercitar. Si hay algo pendiente, arreglémoslo a tiempo, quizá mañana es tarde. Pensemos por un momento en lo sucedido a los jugadores del equipo brasileño que se accidentó. La vida es un correr tras el viento como lo dijo el sabio Salomón (Eclesiastés 1:14). Hoy estamos, mañana no sabemos. Pongamos las cosas en orden.

Amado Señor: Gracias porque con el correr de los días quizá, hemos entendido que hay cuentas o percances con allegados o familiares pendientes. Señor te rogamos que nos des el tiempo y la disponibilidad para perdonar y pedir perdón. Permite que nuestro corazón se llene de bondad, compasión y deseo de reconciliación con quienes estemos disgustados u ofendidos. Gracias buen Dios por perdonar también Tú nuestras transgresiones.

Un abrazo y bendiciones.


martes, 29 de noviembre de 2016

Justificados con la sangre de Jesucristo

Dice el necio en su corazón: ‘No hay Dios’. Están corrompidos, sus obras son detestables;     ¡no hay uno solo que haga lo bueno! 
Salmo 52:1.

Lectura: Salmo 52:1-6.  Versículo del día: Salmo 52:1.

MEDITACIÓN DIARIA

Bien dice la Palabra: “’no hay uno solo que haga lo bueno”. Es que por más que el hombre se esfuerce en ser bueno, piadoso, hacer buenas obras, no hacerle mal a nadie e incluso siguiendo una religión o filosofía, nada de esto le servirá.  “Desde el cielo Dios contempla a los mortales, para ver si hay alguien que sea sensato y busque a Dios. Pero todos se han descarriado, a una se han corrompido” (vv. 2-3a). Y el Nuevo Testamento nos lo confirma: “pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios” (Romanos 3:23); “Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Romanos 6:23). Pero ¡gloria a Dios! Que a pesar de ser tan pecadores, el Señor Jesucristo vino a morir por nosotros y ahora somos justificados por su sangre: la expresión máxima del amor de Dios: “Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).
Entonces nos preguntaremos: ¿Cuál es la solución? La solución es Jesucristo del Hijo de Dios. Tenemos que reconocer que somos pecadores y aceptar la obra de Jesús aquí en la tierra. Debemos recibirlo personalmente en cada corazón (Juan 1:12), para así ser justificados y tener el derecho a la vida eterna. 
Si no lo has hecho, es el momento preciso para orar. Podemos orar así:                                                                                                                                                                                                                      Señor Jesucristo: Yo te necesito. Te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador. Reconozco que viniste a pagar por mis pecados y te agradezco por ello; también reconozco que te humillaste por mí, moriste en una cruz y resucitaste para darme testimonio de vida. Gracias Señor por perdonar mis pecados y darme una nueva vida contigo. Amén.

Un abrazo y bendiciones.

lunes, 28 de noviembre de 2016

Necesitamos tu aire Señor

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu. 
Salmo 51:10.

Lectura: Salmo 51:1-17.  Versículo del día: Salmo 51:10.

MEDITACIÓN DIARIA

El Rey David se sintió avergonzado y aniquilado cuando comprendió hasta dónde su pecado lo había llevado: adulterio, engaño, mentira, orgullo, prepotencia, homicidio, etc. Pero es que no necesitamos que todas estas culpas y otras más lluevan sobre nosotros porque todos hemos sido pecadores y a diario de un modo u otro estamos cayendo. Lo importante es darnos cuenta y orar humildemente como David, pidiéndole al Señor perdón y limpieza. Necesitamos segundo a segundo que el Espíritu Santo nos convenza de pecado e inmediatamente quebrantar el corazón ante el Señor. En mis primeros pasos como cristiana me enseñaron lo que era la respiración espiritual: botar, exhalar lo impuro: confesar el pecado; e inhalar: recibir el perdón de Dios y su limpieza (1 Juan 1:9-10). Dicho acto es volver a tener comunión con el Señor para  seguir disfrutando de su amor.
Nuestro caminar diario espiritual necesita provisionarse de este oxígeno segundo a segundo. Muchas veces nos olvidamos que le hemos entregado nuestra vida a Jesús y queremos volver a tomar las riendas; al retomarlas vamos a desviarnos del camino. Son tantas las cosas que nos pueden extraviar: el orgullo, la mentira, la falta de perdón, la falsa piedad, el enojo, la envidia y otras más. No podemos dejar que se interrumpa nuestra relación con el Señor. Ahí es que igual que David debemos humillarnos. Pedirle a Dios que nos dé un corazón limpio y que renueve nuestro espíritu para que siempre vaya en la dirección correcta.

Señor mío y Dios mío: Somos frágiles y débiles; ¡necesitamos tanto tu ayuda! Tú eres el aire que infundes en nuestro espíritu aliento de vida, pero con frecuencia nos ahogamos sin el oxígeno indispensable y la respiración espiritual se cae. Enséñanos a voltear con corazón contrito y humillado los ojos hacia Ti y a recibir en humildad también, el perdón y la limpieza tuya. ¡Gracias buen Señor!

Un abrazo y bendiciones.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Muévenos para que sea pronto tu regreso

El que da testimonio de estas cosas, dice: Sí, vengo pronto. Amén. ¡Ven, Señor Jesús! 
Apocalipsis 22:20.

Lectura: Apocalipsis 22:7-21.  Versículo del día: Apocalipsis 22:20.

MEDITACIÓN DIARIA

“¡Miren que vengo pronto!” (v. 7). El Señor le dijo a Juan que vendría pronto es su revelación del Apocalipsis. Aun no entendemos ese “vengo pronto” porque han pasado casi dos mil años y ese ‘pronto’ no ha llegado.
El pueblo cristiano desea que no sea más larga su venida. Sin embargo para el Señor un día es como mil años y mil años como un día; “El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan” (2 Pedro 3:8-9). ¡Claro! Queremos que sea ya, porque el tiempo que estamos viviendo nos ahoga. Aquí tenemos la respuesta: No es que se esté tardando en cumplir su promesa, de hecho el Señor la tiene muy clara pero es que su misericordia va más allá de lo que nosotros podemos imaginar y Él les está dando tiempo a las personas para que lo conozcan y se arrepientan.
¿Queremos que venga pronto? Difundamos las Buenas Nuevas del Reino de Dios a diestra y siniestra. En nuestras manos creo que está, acortar los tiempos. Movámonos como verdaderos difusores de su Palabra.

Amado Señor: Ante tanta maldad humana anhelamos ya tu regreso. Quizá nuestros antepasados también vivieron otro tipo de problemas y tenían la misma posición nuestra. Oh Dios! ¿Qué más tendrán que ver nuestros ojos o verán las generaciones venideras? La maldad ha llegado al límite. ¡Ten misericordia buen Señor y acorta los tiempos! Gracias porque también dices Tú que donde abunda el pecado sobreabunda la gracia. Haznos portadores de esa gracia tuya para llevar luz a los que andan en completa oscuridad y podamos proclamar tu venida gloriosa.

Un abrazo y bendiciones.  

viernes, 25 de noviembre de 2016

Seamos agradecidos con Dios

¡Ofrece a Dios tu gratitud, cumple tus promesas al Altísimo! 
Salmo 50:14.

Lectura: Salmo 50:1-23.  Versículo del día: Salmo 50:14.

MEDITACIÓN DIARIA

Sí; Dios se complace con nuestra gratitud hacia Él. Precisamente ayer era el día en que celebra EUA Acción de Gracias, ya que el 3 de octubre de 1863, el presidente Abraham Lincoln, proclamó por carta del Congreso, el último jueves de noviembre como día nacional de Acción de Gracias y adoración a nuestro Padre Benefactor. Si vemos el versículo completo notaremos que está unido a la gratitud, las promesas que se le ofrezcan  al Señor. Esto nos enseña que una manera de decirle a Dios: ‘Gracias’, es cuando le prometemos algo. Por eso es tan importante cumplirle al Señor lo prometido. De lo contrario es mejor no hacerlo (Eclesiastés 5:5). “Quien me ofrece su gratitud, me honra” (v. 23 en la lectura).
Muy bonito que una nación entera dedique un día del año para dar gracias al Altísimo, porque a pesar de haberse vuelto una fecha comercial y de vacaciones, en muchos hogares se tiene en cuenta elevar una oración al Dios que nos sustenta antes de la cena.
Sin embargo, el agradecimiento debería de ser una constante en nuestra vida. No esperemos que sea un día en especial, hagámoslo diariamente, hora tras hora; son tantas sus bondades que todo lo que somos y lo que tenemos, incluyendo el regalo precioso de la vida, se lo debemos al Todopoderoso.

Sí mi Señor: Eres el único que mereces nuestra gratitud total e incondicional. Que los pueblos te alaben y den gracias porque tu amor perdura para siempre y tu misericordia nos abre camino para llegar a tu reino. ¡Gracias amado Dios! Te alabamos y te honramos. ¡No hay nadie como Tú!

Un abrazo y bendiciones.

jueves, 24 de noviembre de 2016

¡Gracias Señor!

Te doy gracias, oh Señor, con todo el corazón; delante de los dioses cantaré tus alabanzas. 
Salmo 138:1 NTV.

Lectura: Salmo 138:1-8.  Versículo del día: Salmo 138:1

MEDITACIÓN DIARIA

Hoy es un día maravilloso; un día de voltear los ojos hacia Dios y darle gracias por todo lo que ha hecho en nuestras vidas.

Gracias Señor porque permites mi despertar y poder percibir el rocío de la mañana; ver la luz del sol, escuchar el canto de los pajaritos y saber que me puedo levantar y mover de un lado para otro. Gracias porque me instruyes con tu Palabra y me concedes enviar este devocional. ¡Oh Señor, son tantas tus bondades que al enumerarlas no tendría el campo suficiente! Me has dado un esposo que me ama, unos hijos excelentes y además de eso, has puesto sobre mi cabeza una hermosa corona con brillantes de risas y caritas a través de mi Juanita. Pero también quiero agradecerte por la parentela que me diste: padres, hermanos, tíos, primos, sobrinos. La lista es larga Señor y Tú los conoces a todos; gracias por ellos. Gracias por los que sembraron la semilla de tu Palabra en mi corazón y por los que aún siguen a mi lado para cultivar el camino de la fe. Gracias por los que me regalaron su tiempo en enseñanza e instrucción y los que compartieron conmigo horas de estudio, reflexión y esparcimiento. Gracias por los que has puesto a mi lado para consolarme en horas de angustia y aflicción. ¡Bendícelos a todos buen Señor!
Como no darte las gracias también por las dificultades que han pasado por mi vida. En cada una de ellas he visto tu mano misericordiosa levantándome y nuevamente dándome fuerzas para continuar.

Quisiera buen Dios, que todos sin distingo de naciones, de raza, de clase social, de lengua ni fronteras, hoy te dieran gracias como aquellos primeros peregrinos que se asentaron en esta tierra para reconocer tu grandeza y generosidad.  

¡FELIZ DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS!


miércoles, 23 de noviembre de 2016

No te quedes por fuera de la mansión celestial

Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tenga sed le daré a beber gratuitamente de la fuente del agua de la vida. 
Apocalipsis 21:6b.

Lectura: Apocalipsis 21:1-27.  Versículo del día: Apocalipsis 21:6b.

MEDITACIÓN DIARIA

La lectura nos habla de la que irá a ser nuestra morada. ¡La Nueva Jerusalén, nuestra mansión celestial con Dios habitando entre los seres humanos! ¡Y Él enjugará toda lágrima que brote de los ojos! La ciudad santa resplandeciendo con la gloria de Dios y su brillo como el de un jaspe. Tenía una muralla decorada con doce piedras preciosas y doce puertas, donde cada puerta estaba hecha de una sola perla. Su calle principal, oro puro como cristal transparente (vv. 3-4 y 11-12). Esta es la ciudad que nos espera a todos los que estemos escritos en el libro del Cordero. ¡Aleluya!
No quiero que te quedes por fuera, Jesús es el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Acércate a Él. Estás sediento y fatigado de las cargas de la vida, pero el Señor te dice hoy que te dará a beber gratuitamente del agua de la vida. ¡Jesús es la fuente de agua viva! No lo desprecies ahora que te está cautivando. Déjate envolver en sus brazos y ábrele tu corazón para que venga a vivir en ti. Seguro que no te defraudará.

Amado Jesús: Toca los corazones de las personas que están leyendo este devocional y no te conocen como lo que eres; permite que también hagan parte de la Jerusalén celestial. Gracias por el cielo nuevo y la tierra nueva que pondrás a disposición de todos los que hemos aceptado tomar del agua gratuita que nos ofreces. Gracias por mostrarnos la que será nuestra ciudad futura. ¡Ese regalo es hermoso Señor! Creo que ni siquiera alcanzamos a dimensionarlo con nuestros ojos humanos tal como existirá.  ¡Aleluya! Ya ha comenzado a reinar el Señor, nuestro Dios Todopoderoso. ¡Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria!

Un abrazo y bendiciones.

martes, 22 de noviembre de 2016

Misericordia para ellos

A pesar de sus riquezas, no perduran los mortales; al igual que las bestias, perecen. 
Salmo 49:12.

Lectura: Salmo 49:1-20.  Versículo del día: Salmo 49:12.

MEDITACIÓN DIARIA

La vida no se compra; está a disposición de Dios quien es el Dueño absoluto de todos los humanos. “Nadie puede salvar a nadie, ni pagarle a Dios rescate por la vida. Tal rescate es muy costoso; ningún pago es suficiente” (vv. 7-8). Definitivamente las glorias de este mundo no sirven para nada, o sirven solamente para eso: servir al mundo.
Considero que hay dos cosas que las personas ven como normales sin percatarse de lo que son en realidad: una es el creer que nunca van a envejecer y la otra el confiar también en su poderío y riqueza sin tener en cuenta que su vida es un soplo nada más. ¡Ambas son solamente una ilusión! “Tal es el destino de los que confían en sí mismos; el final de los que se envanecen. Como ovejas, están destinados al sepulcro; hacia allá los conduce la muerte. Sus cuerpos se pudrirán en el sepulcro, lejos de sus mansiones suntuosas” (vv. 13-14). Así que no hay que desanimarnos ni asombrarnos y mucho menos envidiarlos. Si nosotros tenemos al Rey de Reyes en nuestros corazones, poseemos la más grande riqueza y nadie nos la puede arrebatar “Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos 8:38-39). ¡Gloria a Dios! Y es que por nosotros si hubo alguien que sí pagó nuestro rescate para no dejarnos ir al infierno: ¡Cristo Jesús! Igual que el Salmista podemos decir: “Pero Dios me rescatará de las garras del sepulcro y con él me llevará” (v. 15 en la lectura).

Amado Señor: Gracias por tu Palabra y lo que nos enseñas. Permite que antes de codiciar o asombrarnos por los poderosos y millonarios, sintamos compasión por ellos, y más bien hagamos lo posible porque te conozcan y alcancen la salvación. ¡Te pedimos misericordia Señor!

Un abrazo y bendiciones.


lunes, 21 de noviembre de 2016

Invitados a la boda

En su manto y sobre el muslo lleva escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES. Apocalipsis 19:16. 

Lectura: Apocalipsis 19:1-21.  Versículo del día: Apocalipsis 19:16.

MEDITACIÓN DIARIA

Dice el versículo 11: “Luego vi el cielo abierto, y apareció un caballo blanco. Su jinete se llama Fiel y Verdadero”; “Está vestido de un manto teñido en sangre, y su nombre es el Verbo de Dios (v. 13). Este jinete Fiel y Verdadero y este Verbo de Dios, es el Rey de Reyes y Señor de señores; es nuestro buen Jesús. El que se inmoló por nosotros y llevó sobre sus hombros y todo su cuerpo la multitud de pecados para pagar por ellos. Su sangre derramada para remisión de toda la humanidad. ¡Gloria a Dios por los que ya conocemos al Rey de reyes! Tenemos que estar preparados para presentarnos ante Él y regocijarnos porque estamos invitados a las bodas del Cordero (vv. 6-9).
Pero tú mi amigo que has escuchado su mensaje y no te has decidido, ¿qué esperas? No puedes dejar para mañana lo que puedes hacer hoy. Te reto a que lo invites a tu vida y entres también a participar del reinado y señorío de Jesús. Si es tu deseo, puedo guiarte con una oración como esta:

Señor Jesús: reconozco que eres el Verbo de Dios quien se hizo hombre por mí para venir a salvarme y darme vida juntamente Contigo. Ven a mi vida. Deseo que seas mi Rey, Señor y Salvador. Gracias por perdonarme y limpiarme. Gracias porque de ahora en adelante tendré el gozo de la bendita esperanza de asistir como invitado privilegiado a las bodas del Cordero.

Un abrazo y bendiciones.


sábado, 19 de noviembre de 2016

Es tu mano prodigiosa amparándonos y fortaleciéndonos

Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. 

Salmo 46:1.

Lectura: Salmo 46:1-11. Versículo del día: Salmo 46:1.

MEDITACIÓN DIARIA

¿Será que la fe si nos alcanza para decir como el Salmista, que confiaremos en el Señor porque Él es nuestro refugio y fortaleza? Quizá ante las pequeñas vicisitudes, sí. Pero si vemos por ejemplo, un terremoto que acaba con viviendas e infraestructura; o si es un huracán que pasa arrasando todo lo que encuentra en su camino (vv. 2-3). ¿La fe que tenemos es consistente para pasar la prueba? No necesitamos que sea abundante, puede ser mínima pero sólida. El Señor dijo que si fuera al menos como un grano de mostaza, podríamos decirle al monte que se corriera y este se correría (Mateo 17:20). Creo que en estos casos, es cuando de verdad ponemos a funcionar nuestra fe. “El Señor Todopoderoso está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob” (v. 7).
Los que vivimos la zozobra del Huracán Mathew, pudimos constatar su potestad después de ver la destrucción en los países antillanos: “Vengan y vean los portentos del Señor; él ha traído desolación sobre la tierra” (v. 8). Sin embargo, no había nada más que hacer, sino esperar y confiar en su misericordia. ¿Quién le reclama? Él es Soberano. Fue un: “Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios. ¡Yo seré exaltado entre las naciones! ¡Yo seré enaltecido en la tierra!” (v. 10). Así sucedió; Mathew recibió la orden divina de desviarse un poco hacia la derecha y la parte de la Florida por la que más se temía sufriría gravísimas consecuencias, no sufrió el menor daño. ¡Gloria a Dios! Ese “Quédense quietos” es decirnos: ‘ustedes no pueden hacer nada. Oren y reconozcan que yo soy Dios’. ¡Gloria a Ti bendito Señor!

Amado Dios: Todo el universo está bajo tu control. Reconocemos que eres el Dios de la tierra, de los mares y del firmamento completo. Tu poderío es inmenso y sin embargo las tempestades y vientos te obedecen porque saben exactamente quién eres. Aumenta nuestra fe Señor para que aun en tormentas y desiertos te dejemos actuar y veamos tu mano prodigiosa amparándonos y fortaleciéndonos. ¡Te amamos buen Dios!

Un abrazo y bendiciones.

viernes, 18 de noviembre de 2016

Que sea nuestro verdadero sentir

Gritaba a gran voz: Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adoren al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales. 
Apocalipsis 14:7.

Lectura: Apocalipsis 14:6-13. Versículo del día: Apocalipsis 14:7.

MEDITACIÓN DIARIA

Quien gritaba a gran voz era el ángel llevaba el evangelio para anunciarlo a toda la tierra: toda persona sin importar la nación, la raza, la lengua o pueblo escuchará el mensaje (v. 6), de manera que nadie tendrá excusa. El mismo Señor Jesucristo lo dijo a sus discípulos: “Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14). Creo que nosotros estamos dentro del rango de los que hemos escuchado las buenas nuevas del Señor Jesucristo y es nuestro deber no solamente temer a Dios y darle gloria, sino también compartirlas.
“Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique? ¿Y quién predicará sin ser enviado? Así está escrito: ¡Qué hermoso es recibir al mensajero que trae buenas nuevas!”; “Pero pregunto: ¿Acaso no oyeron? ¡Claro que sí! Por toda la tierra se difundió su voz, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo!” (Romanos 10:14-15 y 18). Si no somos nosotros, será otros; pero recordemos que el Señor nos va a pedir cuentas.
Me estremezco cada vez que el Señor me habla de lo mismo y de la responsabilidad que tengo  de llevar el mensaje de salvación porque soy llamada a cumplir la Gran Comisión. Y esto no es solo para mí; es para todos los que nos consideramos discípulos de Jesús. Nos corresponde llevar a otros al evangelio, para que también ellos teman a Dios y le den la gloria que merece. Que ese sea nuestro verdadero sentir.

Amado Señor: No quiero ser una más dentro de tu Iglesia; deseo que me des el denuedo para hablar de Ti como cuando te conocí. Pon en mi corazón tanto el querer como el hacer y que sienta compasión por las almas perdidas. También te ruego que ese sea el sentir de los que  dicen ser tus discípulos. ¡Gracias por lo que harás en cada uno de nosotros! ¡La gloria es para Ti!

Un abrazo y bendiciones.

jueves, 17 de noviembre de 2016

Simplemente hay que dar

Traigan íntegro el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto —dice el Señor Todopoderoso—, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde.

Malaquías 3:10.

Lectura: Malaquías 3:6-12.  Versículo del día: Malaquías 3:10.

MEDITACIÓN DIARIA

Creo en el diezmo y hablo del diezmo porque además de ser Palabra de Dios, yo puedo afirmar que a pesar de las crisis económicas, nunca, nunca mi familia ni yo nos hemos acostado sin comer. Por otro lado, el Señor Jesús en el Nuevo Testamento dijo a los fariseos lo siguiente: “¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Dan la décima parte de sus especias: la menta, el anís y el comino. Pero han descuidado los asuntos más importantes de la ley, tales como la justicia, la misericordia y la fidelidad. Debían haber practicado esto sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos! Cuelan el mosquito pero se tragan el camello” (Mateo 23-24 las cursivas son personales). Fijémonos que dice: “Debían haber practicado esto”; o sea, no lo excluye como algunos piensan.
Por otro lado Pablo también nos exhorta a hacerlo: “Recuerden esto: El que siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que siembra en abundancia, en abundancia cosechará. Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría” (2 Corintios 9:6-7).  Pablo ni siquiera lo llama diezmo; simplemente ‘dar’. Y es que disculpen, pero vuelvo a lo mismo de días anteriores: Nuestro Dios, nuestro Grandioso Rey, Señor y Salvador merece lo mejor.
El Señor hace un desafío “Pruébenme en esto”. Si no lo creen, pruébenlo. Yo los animo a que lo hagan. Hay que dar; el dar trae mucha bendición y Dios se goza con el dador alegre.

Amado Señor: Gracias porque tu Palabra es una y toda es verdad. Gracias porque Tú eres el dueño del oro y de la plata del mundo y por tu soberanía, la repartes como quieres. Sigue enseñándonos a darte lo mejor; Tú lo mereces todo y tan solo nos pides una décima parte de lo que también te pertenece. Pero Señor, si no es una décima parte, te rogamos que aceptes nuestra ofrenda. Gracias porque amas al dador alegre y te gozas con él. Gracias por las enseñanzas que a diario nos regalas. ¡Bendito seas Dios Celestial!

Un abrazo y bendiciones.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Nadie más merece lo excelso sino nuestro Dios

El hijo honra a su padre y el siervo a su señor. Ahora bien, si soy padre, ¿dónde está el honor que merezco? Y si soy señor, ¿dónde está el respeto que se me debe? Yo, el Señor Todopoderoso, les pregunto a ustedes, sacerdotes que desprecian mi nombre. 
Malaquías 1:6.

Lectura: Malaquías 1:6-14.  Versículo del día: Malaquías 1:6.

MEDITACIÓN DIARIA

Duras preguntas hace el Señor. Y es verdad. Decimos que es nuestro Dios y no le damos el honor que merece. ¿Cómo se trata a un presidente, un rey o simplemente a un jefe? Seguramente muchísimo mejor que como tratamos a Dios. Él que es el Rey del universo, el Señor de señores, lo miramos, o bien como alguien muy lejano, o cercano diríamos los cristianos, pero sin respeto alguno. A través de la lectura vemos que el Señor se queja de las ofrendas que el pueblo le hace: animales ciegos, cojos o enfermos. “¿Por qué no tratan de ofrecérselos a su gobernante? ¿Creen que estaría él contento con ustedes? ¿Se ganarían su favor? —dice el Señor Todopoderoso—” (v. 8).  Así que cuando le ofrezcamos al Señor algo, que sea lo mejor y cumplámosle lo prometido porque de lo contrario seremos tramposos y miremos su palabra: “¡Maldito sea el tramposo que, teniendo un macho aceptable en su rebaño, se lo dedica al Señor y luego le ofrece un animal mutilado! Porque yo soy el gran rey —dice el Señor Todopoderoso—, y temido es mi nombre entre las naciones” (v. 14). Por eso es mejor no prometer, que prometer y no cumplir.
Esto puede complementar el devocional anterior sobre el dar. Es tan profunda la lectura que de aquí tenemos que aprender lo indispensable que es ofrecer siempre lo mejor: a Dios porque es el Amo, el Rey supremo, el Gran Yo Soy; y al prójimo porque es como si se lo estuviéramos dando al mismo Señor y tampoco le va a gustar que ofrezcamos lo que está roto, viejo o  inservible.

Amado Señor: Te pedimos perdón porque quizá muchas veces hemos obrado sin tener en cuenta que Tú mereces toda nuestra atención y adoración en todos los campos. Especialmente, enséñanos a ofrecerte siempre lo mejor de lo mejor. A tenerte de verdad como nuestro gran Rey y Señor y saber que eres digno de toda honra, gloria y honor. De paso también Señor, te rogamos que pongas en nuestro corazón ser dadivosos con el prójimo ofreciendo de igual manera lo mejor. ¡Gracias por la lección buen Dios!

Un abrazo y bendiciones.


martes, 15 de noviembre de 2016

Y todavía lo alabaré

¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios! 
Salmo 42:5.

Lectura: Salmo 42:1-11.  Versículo del día: Salmo 42:5.

MEDITACIÓN DIARIA

Me fascina este Salmo. Incluso me lo aprendí hace muchos años pero en la versión Reina Valera. Y es que siempre lo he visto como la realidad que todos podemos vivir en momentos de tribulación. Considero que todas las personas enfrentamos aflicciones; unas más que otras y además unas más fuertes que otras. Me consuela saber que el Señor dijo: “En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Así que si el Señor lo dijo, así será. De todas maneras soy consciente que estas situaciones no son nada fáciles de manejar. Miremos apartes del Salmo y comparémoslo con la realidad:
“Me siento sumamente angustiado; por eso, mi Dios, pienso en ti desde la tierra del Jordán,     desde las alturas del Hermón, desde el monte Mizar. Un abismo llama a otro abismo en el rugir de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas se han precipitado sobre mí” (vv. 6-7). Ante situaciones difíciles nos sentimos abandonados, abatidos, angustiados. Sentimos que todo se derrumba ante nuestros pies y que estamos como congelados.  Y también llegamos a hablarle al Señor así: “¿Por qué me has olvidado? ¿Por qué debo andar de luto y oprimido por el enemigo? Mortal agonía me penetra hasta los huesos ante la burla de mis adversarios, mientras me echan en cara a todas horas: ¿Dónde está tu Dios? (vv. 9-10). No sé si a ustedes les ha pasado, pero a mí sí: muchas personas creen que nosotros por ser cristianos, estamos exentos de todo; y si saben algo de lo nuestro, lo primero que se les ocurre decir es: “¿pero acaso no eres cristiana? ¿Por qué Dios te trata así?
Tenemos que aprender a afrontar estas situaciones con el único que nos puede sacar avante: el Señor Jesucristo. “Ésta es la oración al Dios de mi vida: que de día el Señor mande su amor,     y de noche su canto me acompañe” (v. 8). Es que si en el día estamos seguros del amor del Señor y que nos ama a pesar de…, porque las circunstancias no son mayores que su amor; entonces es más llevadera la aflicción. Y si de noche le pedimos que nos acompañe con su canto, tendremos un sueño sosegado y profundo. No podemos dejar que el enemigo se aproveche de esto y nos robe la paz.
Entonces concluiremos: “¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!” (v. 8). ¡Aleluya!

Señor Jesús: Tú eres nuestra esperanza y nuestra fortaleza. Gracias por las vicisitudes que a diario afrontamos. Aunque no te veamos, ahí siempre estarás presente. Enséñanos cada día a cogernos firmemente de tu mano para que cuando lleguen los días malos, no tambaleemos y nos caigamos. Te alabamos y exaltamos por lo que Tú eres Señor, no por las dádivas o regalos que nos ofreces. Te adoramos y te vemos tanto en los tiempos de angustia como en los de alegría. ¡Tú eres Excelso y tu Nombre está por encima de toda situación! ¡La gloria es para Ti!

Un abrazo y bendiciones.

lunes, 14 de noviembre de 2016

Medida llena, apretada, sacudida y desbordante

Dichoso el que piensa en el débil; el Señor lo librará en el día de la desgracia. 
Salmo 41:1.

Lectura: Salmo 41:1-9.  Versículo del día: Salmo 41:1.

MEDITACIÓN DIARIA

La versión Reina Valera dice: “Bienaventurado el que piensa en el pobre”. El pobre, el débil, el necesitado; en fin, es lo mismo. Y lo que me impresiona del versículo es que con solo pensar en el pobre ya se ha ganado una dicha sin igual. Esto forma parte de “amar al prójimo como a nosotros mismos” y es el mandamiento más importante después de amar al Señor nuestro Dios (Mateo 22:37-40). Creo que con frecuencia pasamos por alto muchos pasajes de la Biblia o los vemos como lo ‘más normal’, pero no es así. Ayudar al pobre tiene un gran significado para Dios: “Servir al pobre es hacerle un préstamo al Señor; Dios pagará esas buenas acciones” (Proverbios 19:17). Imaginémonos ¡cuánto ganamos! Dios no se queda con nada guardado y nos pagará intereses sobre intereses porque se complace con esas obras.
Propongámonos ser más generosos y caritativos con el menesteroso.  Cuando veamos a una persona en dificultad económica o ante una catástrofe donde podamos servir, hagámoslo, no para que los demás nos vean sino para que Dios se goce con nuestra actuación. De otro lado, siempre ofrezcamos lo mejor; no lo que ya no nos sirve. Es un presente para el Señor, no para la persona en sí. “Den, y se les dará: se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes” (Lucas 6:38).

Amado Señor: Enséñanos a ser generosos y a mirarte a Ti cuando vemos a nuestro hermano desamparado y  débil. Pon en nuestros corazones el amor tuyo compasivo y misericordioso para brindarles no solamente alimento material sino espiritual también. Para darles un abrazo y que ellos sientan que no están solos. Que te vean a Ti a través de la mirada y cariño que les prodiguemos. Gracias buen Dios por tu enseñanza. ¡Te amamos Señor!

Un abrazo y bendiciones.

sábado, 12 de noviembre de 2016

Lo mejor es no juzgar

Así dice el Señor Todopoderoso: Juzguen con verdadera justicia; muestren amor y compasión los unos por los otros.
 Zacarías 7:9.

Lectura: Zacarías 7:1-14.  Versículo del día: Zacarías 7:9.

MEDITACIÓN DIARIA

Bien vale la pena ponerle toda la atención debida al versículo del día. Pienso que si nos atrevemos a juzgar, debemos hacerlo con bases sólidas y sin dejarnos llevar por los rumores o los sentimientos que a veces nos juegan malas pasadas. Y fijémonos que si de todas maneras juzgamos, el versículo termina: “muestren amor y compasión los unos por los otros”. Esto porque no solamente es el juzgar sino también a la vez ofrecer amor y compasión. Acordémonos que la Biblia también nos dice: “No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes” (Mateo 7:1-2).
Lo que especialmente quiero recalcar es que muchas veces al juzgar caemos en el chisme, en la calumnia, en la exageración, en la insidia e incluso podemos vanagloriarnos creyendo que no somos iguales al que estamos juzgando, porque nos creemos únicos y esto sin tener en cuenta que también caemos en la ira y resultamos hiriendo y haciendo daño a los demás. Por estar juzgando perdemos verdaderas amistades y nosotros mismos nos creamos un ambiente pesado al lado de los que nos rodean; fuera de eso cargamos con el peso de lo juzgado y en algún momento se nos devolverá el pastel.
En mi parecer, lo mejor es aprender a tener la boca cerrada y no darle pie a Satanás para que nos coja por ese lado y nos robe la paz.

Amado Señor: Enséñanos a no juzgar para no ser juzgados; pon un sello en nuestros labios y no permitas que por estar juzgando perdamos la tranquilidad y la paz. Además  por juzgar, dejamos volar el tiempo que podríamos estar gozando al lado de nuestros seres queridos. Señor, toma esta área de nuestras vidas y enséñanos a mirar primero la viga en nuestros propios ojos antes de ver la paja en el ojo ajeno. ¡Gracias buen Señor!    

Un abrazo y bendiciones.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         LO MEJOR ES NO JUZGAR
“Así dice el Señor Todopoderoso: Juzguen con verdadera justicia; muestren amor y compasión los unos por los otros”. Zacarías 7:9.
Lectura: Zacarías 7:1-14.  Versículo del día: Zacarías 7:9.
MEDITACIÓN DIARIA
Bien vale la pena ponerle toda la atención debida al versículo del día. Pienso que si nos atrevemos a juzgar, debemos hacerlo con bases sólidas y sin dejarnos llevar por los rumores o los sentimientos que a veces nos juegan malas pasadas. Y fijémonos que si de todas maneras juzgamos, el versículo termina: “muestren amor y compasión los unos por los otros”. Esto porque no solamente es el juzgar sino también a la vez ofrecer amor y compasión. Acordémonos que la Biblia también nos dice: “No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes” (Mateo 7:1-2).
Lo que especialmente quiero recalcar es que muchas veces al juzgar caemos en el chisme, en la calumnia, en la exageración, en la insidia e incluso podemos vanagloriarnos creyendo que no somos iguales al que estamos juzgando, porque nos creemos únicos y esto sin tener en cuenta que también caemos en la ira y resultamos hiriendo y haciendo daño a los demás. Por estar juzgando perdemos verdaderas amistades y nosotros mismos nos creamos un ambiente pesado al lado de los que nos rodean; fuera de eso cargamos con el peso de lo juzgado y en algún momento se nos devolverá el pastel.
En mi parecer, lo mejor es aprender a tener la boca cerrada y no darle pie a Satanás para que nos coja por ese lado y nos robe la paz.
Amado Señor: Enséñanos a no juzgar para no ser juzgados; pon un sello en nuestros labios y no permitas que por estar juzgando perdamos la tranquilidad y la paz. Además  por juzgar, dejamos volar el tiempo que podríamos estar gozando al lado de nuestros seres queridos. Señor, toma esta área de nuestras vidas y enséñanos a mirar primero la viga en nuestros propios ojos antes de ver la paja en el ojo ajeno. ¡Gracias buen Señor!    
Un abrazo y bendiciones,
Dora C.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             LO MEJOR ES NO JUZGAR
“Así dice el Señor Todopoderoso: Juzguen con verdadera justicia; muestren amor y compasión los unos por los otros”. Zacarías 7:9.
Lectura: Zacarías 7:1-14.  Versículo del día: Zacarías 7:9.
MEDITACIÓN DIARIA
Bien vale la pena ponerle toda la atención debida al versículo del día. Pienso que si nos atrevemos a juzgar, debemos hacerlo con bases sólidas y sin dejarnos llevar por los rumores o los sentimientos que a veces nos juegan malas pasadas. Y fijémonos que si de todas maneras juzgamos, el versículo termina: “muestren amor y compasión los unos por los otros”. Esto porque no solamente es el juzgar sino también a la vez ofrecer amor y compasión. Acordémonos que la Biblia también nos dice: “No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes” (Mateo 7:1-2).
Lo que especialmente quiero recalcar es que muchas veces al juzgar caemos en el chisme, en la calumnia, en la exageración, en la insidia e incluso podemos vanagloriarnos creyendo que no somos iguales al que estamos juzgando, porque nos creemos únicos y esto sin tener en cuenta que también caemos en la ira y resultamos hiriendo y haciendo daño a los demás. Por estar juzgando perdemos verdaderas amistades y nosotros mismos nos creamos un ambiente pesado al lado de los que nos rodean; fuera de eso cargamos con el peso de lo juzgado y en algún momento se nos devolverá el pastel.
En mi parecer, lo mejor es aprender a tener la boca cerrada y no darle pie a Satanás para que nos coja por ese lado y nos robe la paz.
Amado Señor: Enséñanos a no juzgar para no ser juzgados; pon un sello en nuestros labios y no permitas que por estar juzgando perdamos la tranquilidad y la paz. Además  por juzgar, dejamos volar el tiempo que podríamos estar gozando al lado de nuestros seres queridos. Señor, toma esta área de nuestras vidas y enséñanos a mirar primero la viga en nuestros propios ojos antes de ver la paja en el ojo ajeno. ¡Gracias buen Señor!    
Un abrazo y bendiciones,
Dora C.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             LO MEJOR ES NO JUZGAR
“Así dice el Señor Todopoderoso: Juzguen con verdadera justicia; muestren amor y compasión los unos por los otros”. Zacarías 7:9.
Lectura: Zacarías 7:1-14.  Versículo del día: Zacarías 7:9.
MEDITACIÓN DIARIA
Bien vale la pena ponerle toda la atención debida al versículo del día. Pienso que si nos atrevemos a juzgar, debemos hacerlo con bases sólidas y sin dejarnos llevar por los rumores o los sentimientos que a veces nos juegan malas pasadas. Y fijémonos que si de todas maneras juzgamos, el versículo termina: “muestren amor y compasión los unos por los otros”. Esto porque no solamente es el juzgar sino también a la vez ofrecer amor y compasión. Acordémonos que la Biblia también nos dice: “No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes” (Mateo 7:1-2).
Lo que especialmente quiero recalcar es que muchas veces al juzgar caemos en el chisme, en la calumnia, en la exageración, en la insidia e incluso podemos vanagloriarnos creyendo que no somos iguales al que estamos juzgando, porque nos creemos únicos y esto sin tener en cuenta que también caemos en la ira y resultamos hiriendo y haciendo daño a los demás. Por estar juzgando perdemos verdaderas amistades y nosotros mismos nos creamos un ambiente pesado al lado de los que nos rodean; fuera de eso cargamos con el peso de lo juzgado y en algún momento se nos devolverá el pastel.
En mi parecer, lo mejor es aprender a tener la boca cerrada y no darle pie a Satanás para que nos coja por ese lado y nos robe la paz.
Amado Señor: Enséñanos a no juzgar para no ser juzgados; pon un sello en nuestros labios y no permitas que por estar juzgando perdamos la tranquilidad y la paz. Además  por juzgar, dejamos volar el tiempo que podríamos estar gozando al lado de nuestros seres queridos. Señor, toma esta área de nuestras vidas y enséñanos a mirar primero la viga en nuestros propios ojos antes de ver la paja en el ojo ajeno. ¡Gracias buen Señor!    
Un abrazo y bendiciones,
Dora C.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             
 LO MEJOR ES NO JUZGAR
“Así dice el Señor Todopoderoso: Juzguen con verdadera justicia; muestren amor y compasión los unos por los otros”. Zacarías 7:9.
Lectura: Zacarías 7:1-14.  Versículo del día: Zacarías 7:9.
MEDITACIÓN DIARIA
Bien vale la pena ponerle toda la atención debida al versículo del día. Pienso que si nos atrevemos a juzgar, debemos hacerlo con bases sólidas y sin dejarnos llevar por los rumores o los sentimientos que a veces nos juegan malas pasadas. Y fijémonos que si de todas maneras juzgamos, el versículo termina: “muestren amor y compasión los unos por los otros”. Esto porque no solamente es el juzgar sino también a la vez ofrecer amor y compasión. Acordémonos que la Biblia también nos dice: “No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes” (Mateo 7:1-2).
Lo que especialmente quiero recalcar es que muchas veces al juzgar caemos en el chisme, en la calumnia, en la exageración, en la insidia e incluso podemos vanagloriarnos creyendo que no somos iguales al que estamos juzgando, porque nos creemos únicos y esto sin tener en cuenta que también caemos en la ira y resultamos hiriendo y haciendo daño a los demás. Por estar juzgando perdemos verdaderas amistades y nosotros mismos nos creamos un ambiente pesado al lado de los que nos rodean; fuera de eso cargamos con el peso de lo juzgado y en algún momento se nos devolverá el pastel.
En mi parecer, lo mejor es aprender a tener la boca cerrada y no darle pie a Satanás para que nos coja por ese lado y nos robe la paz.
Amado Señor: Enséñanos a no juzgar para no ser juzgados; pon un sello en nuestros labios y no permitas que por estar juzgando perdamos la tranquilidad y la paz. Además  por juzgar, dejamos volar el tiempo que podríamos estar gozando al lado de nuestros seres queridos. Señor, toma esta área de nuestras vidas y enséñanos a mirar primero la viga en nuestros propios ojos antes de ver la paja en el ojo ajeno. ¡Gracias buen Señor!    
Un abrazo y bendiciones,
Dora C.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             
 LO MEJOR ES NO JUZGAR
“Así dice el Señor Todopoderoso: Juzguen con verdadera justicia; muestren amor y compasión los unos por los otros”. Zacarías 7:9.
Lectura: Zacarías 7:1-14.  Versículo del día: Zacarías 7:9.
MEDITACIÓN DIARIA
Bien vale la pena ponerle toda la atención debida al versículo del día. Pienso que si nos atrevemos a juzgar, debemos hacerlo con bases sólidas y sin dejarnos llevar por los rumores o los sentimientos que a veces nos juegan malas pasadas. Y fijémonos que si de todas maneras juzgamos, el versículo termina: “muestren amor y compasión los unos por los otros”. Esto porque no solamente es el juzgar sino también a la vez ofrecer amor y compasión. Acordémonos que la Biblia también nos dice: “No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes” (Mateo 7:1-2).
Lo que especialmente quiero recalcar es que muchas veces al juzgar caemos en el chisme, en la calumnia, en la exageración, en la insidia e incluso podemos vanagloriarnos creyendo que no somos iguales al que estamos juzgando, porque nos creemos únicos y esto sin tener en cuenta que también caemos en la ira y resultamos hiriendo y haciendo daño a los demás. Por estar juzgando perdemos verdaderas amistades y nosotros mismos nos creamos un ambiente pesado al lado de los que nos rodean; fuera de eso cargamos con el peso de lo juzgado y en algún momento se nos devolverá el pastel.
En mi parecer, lo mejor es aprender a tener la boca cerrada y no darle pie a Satanás para que nos coja por ese lado y nos robe la paz.
Amado Señor: Enséñanos a no juzgar para no ser juzgados; pon un sello en nuestros labios y no permitas que por estar juzgando perdamos la tranquilidad y la paz. Además  por juzgar, dejamos volar el tiempo que podríamos estar gozando al lado de nuestros seres queridos. Señor, toma esta área de nuestras vidas y enséñanos a mirar primero la viga en nuestros propios ojos antes de ver la paja en el ojo ajeno. ¡Gracias buen Señor!    
Un abrazo y bendiciones,
Dora C.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             
 LO MEJOR ES NO JUZGAR
“Así dice el Señor Todopoderoso: Juzguen con verdadera justicia; muestren amor y compasión los unos por los otros”. Zacarías 7:9.
Lectura: Zacarías 7:1-14.  Versículo del día: Zacarías 7:9.
MEDITACIÓN DIARIA
Bien vale la pena ponerle toda la atención debida al versículo del día. Pienso que si nos atrevemos a juzgar, debemos hacerlo con bases sólidas y sin dejarnos llevar por los rumores o los sentimientos que a veces nos juegan malas pasadas. Y fijémonos que si de todas maneras juzgamos, el versículo termina: “muestren amor y compasión los unos por los otros”. Esto porque no solamente es el juzgar sino también a la vez ofrecer amor y compasión. Acordémonos que la Biblia también nos dice: “No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes” (Mateo 7:1-2).
Lo que especialmente quiero recalcar es que muchas veces al juzgar caemos en el chisme, en la calumnia, en la exageración, en la insidia e incluso podemos vanagloriarnos creyendo que no somos iguales al que estamos juzgando, porque nos creemos únicos y esto sin tener en cuenta que también caemos en la ira y resultamos hiriendo y haciendo daño a los demás. Por estar juzgando perdemos verdaderas amistades y nosotros mismos nos creamos un ambiente pesado al lado de los que nos rodean; fuera de eso cargamos con el peso de lo juzgado y en algún momento se nos devolverá el pastel.
En mi parecer, lo mejor es aprender a tener la boca cerrada y no darle pie a Satanás para que nos coja por ese lado y nos robe la paz.
Amado Señor: Enséñanos a no juzgar para no ser juzgados; pon un sello en nuestros labios y no permitas que por estar juzgando perdamos la tranquilidad y la paz. Además  por juzgar, dejamos volar el tiempo que podríamos estar gozando al lado de nuestros seres queridos. Señor, toma esta área de nuestras vidas y enséñanos a mirar primero la viga en nuestros propios ojos antes de ver la paja en el ojo ajeno. ¡Gracias buen Señor!    
Un abrazo y bendiciones,
Dora C.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             
 LO MEJOR ES NO JUZGAR
“Así dice el Señor Todopoderoso: Juzguen con verdadera justicia; muestren amor y compasión los unos por los otros”. Zacarías 7:9.
Lectura: Zacarías 7:1-14.  Versículo del día: Zacarías 7:9.
MEDITACIÓN DIARIA
Bien vale la pena ponerle toda la atención debida al versículo del día. Pienso que si nos atrevemos a juzgar, debemos hacerlo con bases sólidas y sin dejarnos llevar por los rumores o los sentimientos que a veces nos juegan malas pasadas. Y fijémonos que si de todas maneras juzgamos, el versículo termina: “muestren amor y compasión los unos por los otros”. Esto porque no solamente es el juzgar sino también a la vez ofrecer amor y compasión. Acordémonos que la Biblia también nos dice: “No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes” (Mateo 7:1-2).
Lo que especialmente quiero recalcar es que muchas veces al juzgar caemos en el chisme, en la calumnia, en la exageración, en la insidia e incluso podemos vanagloriarnos creyendo que no somos iguales al que estamos juzgando, porque nos creemos únicos y esto sin tener en cuenta que también caemos en la ira y resultamos hiriendo y haciendo daño a los demás. Por estar juzgando perdemos verdaderas amistades y nosotros mismos nos creamos un ambiente pesado al lado de los que nos rodean; fuera de eso cargamos con el peso de lo juzgado y en algún momento se nos devolverá el pastel.
En mi parecer, lo mejor es aprender a tener la boca cerrada y no darle pie a Satanás para que nos coja por ese lado y nos robe la paz.
Amado Señor: Enséñanos a no juzgar para no ser juzgados; pon un sello en nuestros labios y no permitas que por estar juzgando perdamos la tranquilidad y la paz. Además  por juzgar, dejamos volar el tiempo que podríamos estar gozando al lado de nuestros seres queridos. Señor, toma esta área de nuestras vidas y enséñanos a mirar primero la viga en nuestros propios ojos antes de ver la paja en el ojo ajeno. ¡Gracias buen Señor!    
Un abrazo y bendiciones,
Dora C.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             
 LO MEJOR ES NO JUZGAR
“Así dice el Señor Todopoderoso: Juzguen con verdadera justicia; muestren amor y compasión los unos por los otros”. Zacarías 7:9.
Lectura: Zacarías 7:1-14.  Versículo del día: Zacarías 7:9.
MEDITACIÓN DIARIA
Bien vale la pena ponerle toda la atención debida al versículo del día. Pienso que si nos atrevemos a juzgar, debemos hacerlo con bases sólidas y sin dejarnos llevar por los rumores o los sentimientos que a veces nos juegan malas pasadas. Y fijémonos que si de todas maneras juzgamos, el versículo termina: “muestren amor y compasión los unos por los otros”. Esto porque no solamente es el juzgar sino también a la vez ofrecer amor y compasión. Acordémonos que la Biblia también nos dice: “No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes” (Mateo 7:1-2).
Lo que especialmente quiero recalcar es que muchas veces al juzgar caemos en el chisme, en la calumnia, en la exageración, en la insidia e incluso podemos vanagloriarnos creyendo que no somos iguales al que estamos juzgando, porque nos creemos únicos y esto sin tener en cuenta que también caemos en la ira y resultamos hiriendo y haciendo daño a los demás. Por estar juzgando perdemos verdaderas amistades y nosotros mismos nos creamos un ambiente pesado al lado de los que nos rodean; fuera de eso cargamos con el peso de lo juzgado y en algún momento se nos devolverá el pastel.
En mi parecer, lo mejor es aprender a tener la boca cerrada y no darle pie a Satanás para que nos coja por ese lado y nos robe la paz.
Amado Señor: Enséñanos a no juzgar para no ser juzgados; pon un sello en nuestros labios y no permitas que por estar juzgando perdamos la tranquilidad y la paz. Además  por juzgar, dejamos volar el tiempo que podríamos estar gozando al lado de nuestros seres queridos. Señor, toma esta área de nuestras vidas y enséñanos a mirar primero la viga en nuestros propios ojos antes de ver la paja en el ojo ajeno. ¡Gracias buen Señor!    
Un abrazo y bendiciones,
Dora C.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             
 LO MEJOR ES NO JUZGAR
“Así dice el Señor Todopoderoso: Juzguen con verdadera justicia; muestren amor y compasión los unos por los otros”. Zacarías 7:9.
Lectura: Zacarías 7:1-14.  Versículo del día: Zacarías 7:9.
MEDITACIÓN DIARIA
Bien vale la pena ponerle toda la atención debida al versículo del día. Pienso que si nos atrevemos a juzgar, debemos hacerlo con bases sólidas y sin dejarnos llevar por los rumores o los sentimientos que a veces nos juegan malas pasadas. Y fijémonos que si de todas maneras juzgamos, el versículo termina: “muestren amor y compasión los unos por los otros”. Esto porque no solamente es el juzgar sino también a la vez ofrecer amor y compasión. Acordémonos que la Biblia también nos dice: “No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes” (Mateo 7:1-2).
Lo que especialmente quiero recalcar es que muchas veces al juzgar caemos en el chisme, en la calumnia, en la exageración, en la insidia e incluso podemos vanagloriarnos creyendo que no somos iguales al que estamos juzgando, porque nos creemos únicos y esto sin tener en cuenta que también caemos en la ira y resultamos hiriendo y haciendo daño a los demás. Por estar juzgando perdemos verdaderas amistades y nosotros mismos nos creamos un ambiente pesado al lado de los que nos rodean; fuera de eso cargamos con el peso de lo juzgado y en algún momento se nos devolverá el pastel.
En mi parecer, lo mejor es aprender a tener la boca cerrada y no darle pie a Satanás para que nos coja por ese lado y nos robe la paz.
Amado Señor: Enséñanos a no juzgar para no ser juzgados; pon un sello en nuestros labios y no permitas que por estar juzgando perdamos la tranquilidad y la paz. Además  por juzgar, dejamos volar el tiempo que podríamos estar gozando al lado de nuestros seres queridos. Señor, toma esta área de nuestras vidas y enséñanos a mirar primero la viga en nuestros propios ojos antes de ver la paja en el ojo ajeno. ¡Gracias buen Señor!    
Un abrazo y bendiciones,
Dora C.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             
 LO MEJOR ES NO JUZGAR
“Así dice el Señor Todopoderoso: Juzguen con verdadera justicia; muestren amor y compasión los unos por los otros”. Zacarías 7:9.
Lectura: Zacarías 7:1-14.  Versículo del día: Zacarías 7:9.
MEDITACIÓN DIARIA
Bien vale la pena ponerle toda la atención debida al versículo del día. Pienso que si nos atrevemos a juzgar, debemos hacerlo con bases sólidas y sin dejarnos llevar por los rumores o los sentimientos que a veces nos juegan malas pasadas. Y fijémonos que si de todas maneras juzgamos, el versículo termina: “muestren amor y compasión los unos por los otros”. Esto porque no solamente es el juzgar sino también a la vez ofrecer amor y compasión. Acordémonos que la Biblia también nos dice: “No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes” (Mateo 7:1-2).
Lo que especialmente quiero recalcar es que muchas veces al juzgar caemos en el chisme, en la calumnia, en la exageración, en la insidia e incluso podemos vanagloriarnos creyendo que no somos iguales al que estamos juzgando, porque nos creemos únicos y esto sin tener en cuenta que también caemos en la ira y resultamos hiriendo y haciendo daño a los demás. Por estar juzgando perdemos verdaderas amistades y nosotros mismos nos creamos un ambiente pesado al lado de los que nos rodean; fuera de eso cargamos con el peso de lo juzgado y en algún momento se nos devolverá el pastel.
En mi parecer, lo mejor es aprender a tener la boca cerrada y no darle pie a Satanás para que nos coja por ese lado y nos robe la paz.
Amado Señor: Enséñanos a no juzgar para no ser juzgados; pon un sello en nuestros labios y no permitas que por estar juzgando perdamos la tranquilidad y la paz. Además  por juzgar, dejamos volar el tiempo que podríamos estar gozando al lado de nuestros seres queridos. Señor, toma esta área de nuestras vidas y enséñanos a mirar primero la viga en nuestros propios ojos antes de ver la paja en el ojo ajeno. ¡Gracias buen Señor!    
Un abrazo y bendiciones,
Dora C.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             
 LO MEJOR ES NO JUZGAR
“Así dice el Señor Todopoderoso: Juzguen con verdadera justicia; muestren amor y compasión los unos por los otros”. Zacarías 7:9.
Lectura: Zacarías 7:1-14.  Versículo del día: Zacarías 7:9.
MEDITACIÓN DIARIA
Bien vale la pena ponerle toda la atención debida al versículo del día. Pienso que si nos atrevemos a juzgar, debemos hacerlo con bases sólidas y sin dejarnos llevar por los rumores o los sentimientos que a veces nos juegan malas pasadas. Y fijémonos que si de todas maneras juzgamos, el versículo termina: “muestren amor y compasión los unos por los otros”. Esto porque no solamente es el juzgar sino también a la vez ofrecer amor y compasión. Acordémonos que la Biblia también nos dice: “No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes” (Mateo 7:1-2).
Lo que especialmente quiero recalcar es que muchas veces al juzgar caemos en el chisme, en la calumnia, en la exageración, en la insidia e incluso podemos vanagloriarnos creyendo que no somos iguales al que estamos juzgando, porque nos creemos únicos y esto sin tener en cuenta que también caemos en la ira y resultamos hiriendo y haciendo daño a los demás. Por estar juzgando perdemos verdaderas amistades y nosotros mismos nos creamos un ambiente pesado al lado de los que nos rodean; fuera de eso cargamos con el peso de lo juzgado y en algún momento se nos devolverá el pastel.
En mi parecer, lo mejor es aprender a tener la boca cerrada y no darle pie a Satanás para que nos coja por ese lado y nos robe la paz.
Amado Señor: Enséñanos a no juzgar para no ser juzgados; pon un sello en nuestros labios y no permitas que por estar juzgando perdamos la tranquilidad y la paz. Además  por juzgar, dejamos volar el tiempo que podríamos estar gozando al lado de nuestros seres queridos. Señor, toma esta área de nuestras vidas y enséñanos a mirar primero la viga en nuestros propios ojos antes de ver la paja en el ojo ajeno. ¡Gracias buen Señor!    
Un abrazo y bendiciones,
Dora C.