A éstos Dios se propuso dar a conocer cuál es la gloriosa riqueza de este misterio entre las naciones, que es Cristo en ustedes, la esperanza de gloria.Colosenses 1:27.
Lectura: Colosenses
1:24-29. Versículo del día: Colosenses
1:27.
MEDITACIÓN DIARIA
La riqueza más
grande que una persona puede tener aquí en la tierra, es conocer al Señor
Jesucristo y tenerlo en su corazón. Los del mundo no lo entenderán porque como
dice el versículo es un misterio y un misterio es una cosa arcana o muy
recóndita, que no se puede comprender ni explicar. En la religión cristiana, es
una cosa inaccesible a la razón y que debe ser objeto de fe; es sobrenatural. De
la presencia del Señor en la vida del creyente depende el apropiarse de su
Palabra. Por un acto de fe recibimos a Cristo; desde ese mismo instante, Él
entra de manera sobrenatural a formar parte activa; su presencia no se hace esperar.
Además ocurren otras cosas importantes como el perdón de pecados (Colosenses
1:14). El propósito de Dios en cada uno. Entendemos que no estamos aquí porque
sí; hay un plan específico (Efesios 1:11), para crecer diariamente hasta
completar la buena obra (Filipenses 1:6). Jesucristo nos ofrece una vida
abundante, definida y continuará hasta la bendita vida eterna que tendremos con
Él. El poder de Dios (Efesios 3:20); poder manifestado a través de su Santo
Espíritu obrando de acuerdo a su santa voluntad.
Todo lo anterior está a
nuestra disposición; solamente tenemos que empezar una nueva vida de acorde a
la nueva criatura que Dios ha empezado a elaborar. No podemos quedarnos con la
sola teoría, hay que llevar a la práctica lo que dice su Palabra: hay que
estudiarla y meditarla. También hay que conversar con Dios diariamente;
contarle las cargas, alegrías, pesares y tristezas como al mejor amigo que es.
Y algo muy importante y que por lo general cuesta mucho: es obedecerle.
Obedecer sus mandatos, empezando por querer compartir a otros esta linda
experiencia de conocerlo (Mateo 28:19-20).
A diario vemos que
personas famosas se suicidan; lo hacen porque no han tenido la oportunidad o no
han querido rendir sus vidas a quien es el mismo dador de vida: Jesucristo.
Somos privilegiados porque somos diferentes. Aprovechemos esta circunstancia
para demostrar a los no creyentes en quién hemos creído; para dar a conocer al
Rey de reyes y Señor de señores.
Amado Señor Jesucristo:
Gracias por habernos permitido conocerte y entender el privilegio que es
tenerte en nuestra vida. Permite Señor que seamos auténticos en el andar
contigo y que diariamente veamos tu gloria reflejada en nosotros.
Un abrazo y
bendiciones.