¿Quién ha creído a nuestro mensaje y a quién se le ha revelado el poder del Señor?Isaías 53:1.
Lectura diaria: Isaías 53:1-12. Versículo del día: Isaías 53:1.
MEDITACIÓN DIARIA
Más o menos setecientos años antes del nacimiento de Cristo,
Isaías profetizó cómo sería la venida del Mesías sufriente.
Este capítulo del profeta nos hace recapacitar y reflexionar
profundamente en quién hemos creído y su obra salvadora en la cruz por toda la
humanidad: “Despreciado y rechazado por
los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento. Todos evitaban
mirarlo; fue despreciado, y no lo estimamos. Ciertamente él cargó con nuestras
enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado
por Dios, y humillado. Él fue traspasado
por nuestras rebeliones, y molido por
nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados”
(vv. 3-5). El Pasaje habla por sí
solo. Sin embargo, meditemos sobre lo
siguiente: Al Señor desde el inicio de su ministerio, no le tocó nada fácil;
fue rechazado por los mismos judíos fariseos hipócritas y por los eruditos de
la ley que decían conocerla pero ni la practicaban ni la entendían. De lo contrario no lo habrían mandado matar.
Si creemos también que el Señor quedó después de su muerte como nos lo pintan
en los crucifijos, estamos errados; fue literalmente molido y traspasado por
nuestros pecados. ¿Qué queda del maíz cuando se muele? Nada. No hay ni sobra de
la pepita amarilla y brillante que pusimos en el molino; simplemente queda una
masa y así quedó nuestro Redentor: sin nada de atractivo como para desear
mirarlo. Todo esto no fue más que con el
propósito de venir a salvarnos y ofrecernos una vida con perdón, sanidad y paz junto a Él.
Semejante sacrificio es digno de admiración, de honra y
gloria a Dios por tenernos en cuenta de esa manera; sin importarle darnos a su
único Hijo para que todo aquel que en Él
crea, tenga vida eterna (Juan 3:16).
Si nunca antes has aceptado lo que hizo por ti o no lo habías
entendido, considero que llegó el momento, y por eso te invito a orar así:
Señor Jesucristo: Hoy comprendo la magnitud de tu sacrificio
por mí en la cruz y decido aceptarte en mi vida como Señor y Salvador personal.
Ven a mí, perdona mis pecados y hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias
Señor por perdonarme y limpiarme; y gracias por darme la vida eterna. En tu
nombre Jesús, amén.
Un abrazo y bendiciones.