lunes, 30 de abril de 2012

Si Dios lo ha prometido lo cumplirá


Ante la promesa de Dios no vaciló como un incrédulo, sino que se reafirmó en su fe y dio gloria a Dios, plenamente convencido de que Dios tenía poder para cumplir lo que había prometido.   
Romanos 4:20-21.

Lectura diaria: Romanos 4:16-25.  Versículos principales: Romanos 4:20-21.

REFLEXIÓN

¿Dios le ha dado alguna promesa que aun no se ha cumplido?  No se desanime.  A mi me pasó exactamente lo mismo.  Eran unos días angustiosos y difíciles financieramente.  El Señor me había regalado una porción de su Palabra hacía un tiempo y yo no la veía por ninguna parte.  Me inquietaba saber el porqué no llegaba si en realidad era para mi. Tuve una conversación con una líder cristiana y la porción que me leyó fue exactamente las que hoy les estoy compartiendo.  No podía seguir vacilando como una incrédula, tenía que creerle a Dios y estar plenamente convencida de su poder para cumplir lo que me había prometido.  Somos dados a comparar a Dios con el hombre y como el hombre falla, nos convencemos de que Él va a hacer exactamente lo mismo.  No.  De ninguna manera, “Dios no es un simple mortal para mentir y cambiar de parecer.  ¿Acaso no cumple lo que promete ni lleva a cabo lo que dice?” (Números 23:19); la Versión Reina Valera lo afirma así: “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta.  Él dijo, ¿y no hará?  Habló ¿Y no ejecutará?”.  Nosotros somos infieles, de poca palabra: lo que decimos no lo cumplimos; hablamos muchas veces por hablar por nuestra naturaleza humana, pero la naturaleza de Dios es perfecta, no cambia; Él es inmutable y lo que dice se cumplirá.  “Pero entonces, si a algunos les faltó la fe, ¿acaso su falta de fe anula la fidelidad de Dios?  ¡De ninguna manera!  Dios es siempre veraz, aunque el hombre sea mentiroso” (Romanos 3:3-4).  Por encima de lo que creamos o no lo creamos Dios actuará y su Palabra se cumplirá: “La hierba se seca y la flor se marchita, pero la Palabra de nuestro Dios permanece para siempre” (Isaías 40:8).
Hay que empezar a creerle a Dios con mente y corazón.  Él no llega tarde, llega en el momento justo: ni un minuto antes o después; a la hora justa y establecida por su soberanía.  En mi caso, la estabilidad económica de mi hogar empezó a cambiar.  Y no fue todo de un golpe, ha sido paulatinamente.  No al modo mío, al modo del Señor.  Más tarde, el Señor me confirmó su Palabra a través de una mujer profetisa que ni siquiera me conocía.  Creo que el Señor lo hizo así, para enviarme un “recordelis” y no olvidara que Él seguía ahí, igual de fiel aunque yo vacilara.

Amado Señor: Gracias por estar pendiente de nosotros y cumplir lo prometido.  Gracias porque no permitirás que tu Palabra regrese vacía hasta cumplir el propósito que tienes para cada uno.  ¡Haznos entender tus tiempos y tu fidelidad!

Un abrazo y bendiciones.  

domingo, 29 de abril de 2012

Justificados por la fe


Esta justicia de Dios ha llegado mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen.  
 Romanos 3:22.

Lectura diaria: Romanos 3:1-31.  Versículo principal: Romanos 3:22.

REFLEXIÓN

El apóstol Pablo nos enseña que todo el que se acerque a Jesucristo es salvo por la fe que tiene en el Hijo de Dios.  Nadie será justificado por las obras que exige la ley; más bien la ley sirve para concientizarnos del pecado (v. 20).  Muchas veces estamos convencidos que somos buenos, que no le hacemos mal a nadie, que siempre hemos sido fieles a una religión o enseñanza; que hemos buscado a Dios a través de filosofías, etc. pero la conclusión verdadera está en la Biblia que es su Palabra: todos, absolutamente todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios (v. 23).  Bajo este parámetro, Dios tuvo que enviar a su Hijo al mundo para justificarnos por medio de Él.  Solamente cuando llegamos a sus píes y reconocemos lo hecho  en la cruz del Calvario, Dios nos puede mirar con otros ojos: pasa por encima nuestro pecado porque lo lleva a cuestas Jesús de Nazaret.   Al hombre no le queda más que aceptar el regalo que Dios ofrece porque mediante Él se manifiesta su justicia. “De este modo Dios es justo y, a la vez, el que justifica a los que tienen fe en Jesús” (v. 26).
En el cielo no nos vamos a encontrar con los no pecadores, allí vamos a estar todos en el mismo nivel: pecadores arrepentidos, lavados y justificados con la sangre de Jesucristo.  O sea, no es que seamos justos, es que Dios ya nos ve justos por medio de Jesucristo.  Es el regalo, es la dádiva puesta para todo el que la quiera tomar “esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios” (Efesios 2:8b). 
Dios como el mejor de los Padres, nos ofrece el inigualable regalo de la salvación para justificarnos y darnos la vida eterna.  No la despreciemos.  Sería lo peor para esta vida y la futura. Hay que creer en el Señor Jesucristo como único y suficiente Salvador de la humanidad.

Amado Señor: Gracias por estar en mi vida y saber que nunca me abandonarás.  Gracias porque por tu inmenso amor, Dios Padre me ha justificado y ahora tengo la vida eterna contigo.    

Un abrazo y bendiciones.

sábado, 28 de abril de 2012

Dichosos los que te buscan


Dichosos los que guardan sus estatutos y de todo corazón lo buscan.  
Salmo 119:2.

Lectura diaria: Salmo 119:1-16.  Versículo principal: Salmo 119:10.

REFLEXIÓN

En medio del diario vivir hay que aprender a buscar al Señor.  Es la única manera de salir exitosos en las tareas y aspiraciones que nos planteamos. A medida que crecemos en la vida cristiana, más debemos aferrarnos a su Palabra para vivir de acuerdo a su voluntad.  El Salmista dice: “Dichosos los que van por caminos perfectos, los que andan conforme a la ley del Señor” (v. 1).  El modo es buscar ese camino, someternos a sus estatutos, y cumplir sus mandatos.  Es entender que su ley es perfecta y está plasmada en las Escrituras.  Nos deleitaremos entonces en sus preceptos, para llegar a ser como árboles plantados junto a un río para  dar buenos frutos en el tiempo indicado. Sus hojas frondosas no se marchitarán, estarán listas para cubrir al cansado y proveerle consuelo (Salmo 1:1-3).  
Buscar al Señor es deleitarnos con Él; es entrar en su templo, contemplar su hermosura y amarlo con todas nuestras fuerzas teniendo la seguridad que jamás intentará hacernos daño.  Es depositar la confianza plena en Él, adherirnos fuertemente de su mano y descansar en sus brazos.  Si lo hacemos así, vamos afirmando cada día nuestros pasos atesorando sus dichos y cada vez queriendo agraviarlo menos (v. 11 en la lectura). Seremos completamente bienaventurados y tendremos para compartir con el prójimo parte de lo que se nos ha otorgado.

Señor: Permite que te busquemos de todo corazón para no desviarnos de tu camino.

Un abrazo y bendiciones.

viernes, 27 de abril de 2012

Sin avergonzarnos


A la verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen.  
 Romanos 1: 16.

Lectura diaria: Romanos 1:8-17.  Versículo principal: Romanos 1:16.

REFLEXIÓN

Cuando recibimos al Señor Jesucristo en nuestra vida, pasamos a ser hijos de Dios (Juan 1:9), y si somos Hijos de Dios no tenemos por qué avergonzarnos de formar parte de su familia.  Si somos cristianos no podemos ruborizarnos del evangelio que nos permitió la salvación.  Jesucristo vino al mundo a perdonar los pecados de todo el que se acerque a Él.  El mensaje de salvación es la reconciliación del hombre con Dios y es el primer paso dado por todo nuevo creyente.  Sabiendo de los beneficios que hemos obtenido por las buenas nuevas recibidas, ¿por qué no compartirlo a los demás?  Quizá cuando somos niños recién nacidos en Cristo, puede dar temor o miedo lanzarnos a hablarles a otros.   Precisamente nos gusta compartir una buena noticia y darla a conocer cuando se refiere a algo de menor envergadura, ¿cuánto más entonces, no podríamos hacerlo sabiendo que se trata de la vida eterna?  
Si en realidad amamos a nuestra familia, amigos y conocidos debemos regalarles a ellos, lo que nos fue regalado también a nosotros.  Porque fuimos salvos por gracia.  No nos costó absolutamente nada.  Ni siquiera Dios nos exigió algo a cambio: “Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras para que nadie se jacte” (Efesios 2:8-9).
Es nuestro deber dar a conocer al Mensajero de paz.  Al Dios Todopoderoso, único capaz de cambiar vidas y transformarlas.  Al Dios sanador, libertador, restaurador; al Dios de paz.  ¡Eso es lo que se necesita urgentemente!  Personas que quieran mejorar la calidad de vida de tantos que van transitando llenos de incertidumbre, y viendo sus vidas colapsar porque no encuentran la razón para vivir.  No podemos seguir guardándonos el mensaje de manera egoísta.  Mostrémosle al mundo el poder que hay en la evidencia de la salvación. “Así que no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor” (2 Timoteo 1:8).

Señor Jesús: Enséñanos a llevar el evangelio de tu perdón y reconciliación, sabiendo que es el mejor regalo recibido aquí en la tierra para después gozar de la inigualable mansión que nos tienes preparada.

Un abrazo y bendiciones.

jueves, 26 de abril de 2012

Corazones insensibles por causa de la maldad


Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible; se les han embotado los oídos, y se les han cerrado los ojos.  De lo contrario, verían con los ojos, oirían con los oídos, entenderían con el corazón y se convertirían, y yo los sanaría.  
 Hechos 28:27.

Lectura diaria: Hechos 28:17-31.  Versículo principal: Hechos 28:27.

REFLEXIÓN

Nos acostumbramos tanto a hacer las cosas mal, que ya nada nos afecta.  Los homicidios, fraudes, envidias, borracheras, contiendas y en especial, diría yo, el robo: pero no el de mano armada sino el de los cuellos blancos que en últimas es peor que todos.  Nada de esto nos hace mella porque desafortunadamente todas estas violaciones a la ley se han convertido en el pan diario de la humanidad.  Se piensa más en la guerra y los países desarrollados prefieren gastar en armas para sostenerla, que en llevarle alimento y protección a tanto necesitado del planeta, que vive en absoluta pobreza e indigencia.  
Dios desea que todo hombre llegue al arrepentimiento y que nadie perezca bajo las llamas del infierno (2 Pedro 3:9).  Sin embargo, hay muchos que por más que se les hable, vean palpable al Señor del universo a través de sus obras o de una gran manifestación en su vida, tienen el corazón encallecido y nada les conmueve.  “Por mucho que oigan no entenderán” (v. 26).  Se les puede compartir, predicar; han escuchado el mensaje por diferentes medios, pero nada.  Prima la rebeldía y una mala entendida libertad, por la que según el mundo moderno ahora llama a lo bueno, malo y a lo malo, bueno.  Los valores han quedado atrás.  El respeto ya no se usa; y cualquier cosa que se imparta para bien, dicen los mal llamados “entendidos” frustra sus aspiraciones y traumatizan sus personalidades.  Todo muy diferente a lo dejado por Dios en “su manual de convivencia”.  Su Palabra dice claramente que hay que castigar al necio: “No dejes de disciplinar al joven, que de unos cuantos azotes no se morirá.  Dale unos buenos azotes, y así lo librarás del sepulcro” (Proverbios 23:13-14).  Hasta hace poco en mi país había una valla en la que estaba escrita la frase del filósofo griego Pitágoras: “Educad al niño y no será necesario castigar al hombre”.  La educación es básica en el desarrollo de una persona; pero dentro de la educación entra también la reprensión y el castigo.  Desafortunadamente en Colombia por ejemplo, entró a regir la Ley de infancia y adolescencia que es más permisiva que educativa.  Nuestros colegios y escuelas están llenos de niños y jóvenes dirigidos sin ninguna clase de autoridad y ya vemos casos como el sucedido recientemente en un colegio de Itagüí (Antioquia), donde los mismos compañeros mataron a golpes a un niño de trece añitos.
Situaciones como esta nos muestran como cada día va siendo más difícil llegar al corazón del hombre, “Habrá tanta maldad que el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12).  Pero gracias a Dios también hay una promesa: “Y este evangelio del reino se predicará  en todo el mundo como testimonio a todas las naciones” (Mateo 24:14).  Sí, la maldad predominará pero la superará el amor y la misericordia de Dios.  Por eso hay que llevar el mensaje porque así estén los corazones endurecidos, la Palabra de Dios nunca regresará vacía (Isaías 55:11).  Permitamos que otros busquen al Señor mientras pueda ser hallado (Isaías 55:6).

Amado Dios: Enséñanos a ser fieles a tu Palabra en toda su extensión.  Queremos ser luz que brille en medio de la oscuridad en la que se debate el mundo, para que el hombre entienda con el corazón y se convierta a ti.

Un abrazo y bendiciones. 

miércoles, 25 de abril de 2012

La soberanía absoluta de Dios


Nuestro Dios está en los cielos y puede hacer lo que le parezca.  
 Salmo115:3.

Lectura diaria: Salmo 115:1-18.  Versículo principal: Salmo 115:3.

REFLEXIÓN

Dios es soberano totalmente.  Así como es completamente Santo, Justo y Misericordioso, su soberanía también lo es.  Nos queda difícil entender esta verdad porque somos de naturaleza  pecaminosa y la misma rebeldía innata carnal nos hace creer que nos mandamos solos y que nada ni nadie puede interferir en nuestra vida.  Y ¿quiénes somos nosotros para decirle al Alfarero, por qué nos tallas así o asá?  Por su misericordia fuimos escogidos, no por nuestro esfuerzo humano (Romanos 9:16), sino porque así lo dispuso “según el plan de aquel que hace todas las cosas conforme a su voluntad” (Efesios 1:11).  Nos preguntaremos: ¿por qué unos sí y otros no? “¿No tiene derecho el alfarero hacer del mismo barro unas vasijas para usos especiales y otras para fines ordinarios?” (Romanos 9:21). Nuestra vida está en sus manos y Él tiene misericordia de quien quiera tenerla (Romanos 9:18).
Gracias a Dios estamos en el grupo de sus escogidos, de sus seleccionados.  Nos escogió de entre los gentiles para llamarnos “su pueblo” y “su amada”.  Somos hijos del Dios viviente (Romanos 9:25 y 26).  No lo elegimos nosotros a Él, fue Él quien nos eligió primero (Juan 15:16), y no porque fuéramos buenos o lo mereciéramos.  Nos cautivó con su misericordia y amor; nos compró con su bendita sangre para vernos justificados primero y luego sí adoptarnos como hijos suyos. 
Teniendo en cuenta lo anterior, mucho menos nosotros como cristianos podemos darnos el lujo de cuestionarlo.  Cada vez que nos pule nos duele, pero tenemos que entender que eso hace parte de su soberanía por un lado y que por el otro quiere vernos completamente tallados a su manera.  ¿Qué si entendemos este misterio?  Definitivamente no.  La mente humana no lo puede captar.  Solamente sé y puedo decirles que Dios es el Dios perfecto y dentro de sus atributos está su plena soberanía.  Sé que cada día le doy infinitas gracias por haberme mirado con compasión y misericordia y haberme puesto dentro de su redil.

Señor Dios y Rey celestial: ¡Cómo no darte las gracias por haber fijado tus ojos en mí!  ¡Cómo no adorarte y alabarte cada vez que me tomas nuevamente para limpiarme y dejarme como la vasija que añoras de acuerdo a tu santa voluntad!

Un abrazo y bendiciones.

martes, 24 de abril de 2012

Enviados a proclamar el verdadero mensaje

Te libraré de tu propio pueblo y de los gentiles. Te envío a éstos para que les abras los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios, a fin de que, por la fe en mí, reciban el perdón de los pecados y la herencia entre los santificados.
Hechos 26:17-18.


Lectura diaria: Hechos 26:1-32. Versículos principales: Hechos 26:17-18.


REFLEXIÓN


Nuevamente Pablo tiene que hacer su defensa y ahora le toca ante el rey Agripa pronunciarla. Pone en su conocimiento la misión dada por el Señor y que él ha cumplido con diligencia, entendiendo que es un instrumento en sus manos. Pablo supo cumplir a cabalidad su ministerio. Él mismo en su carta a los Romanos nos lo aclara: “para ser ministro de Cristo Jesús a los gentiles. Yo tengo el deber sacerdotal de proclamar el evangelio de Dios, a fin de que los gentiles lleguen a ser una ofrenda aceptable a Dios, santificada por el Espíritu Santo”; “En efecto, mi propósito ha sido predicar el evangelio donde Cristo no sea conocido para no edificar sobre fundamento ajeno. Más bien, como está escrito: “Los que nunca habían recibido noticias de él, lo verán; y entenderán los que no habían oído hablar de él”” (Romanos 15:16 y 20-21).

Pablo siempre se interesó por mostrar con ahínco el sacrificio del Señor de manera que los convertidos entendieran por encima de todo, que su cambio es netamente espiritual y no está guiado o sometido a lo material. Lo material como el diezmo por ejemplo viene como añadidura a su obediencia pero esto no quiere decir que sea el motor de su transformación espiritual. Ayer hablaba de la esperanza futura que tenemos los cristianos y que nadie nos puede arrebatar. Esto es lo que en realidad vale. De lo contrarío estaríamos cimentando una salvación sobre lo material y en el momento que se acabe como todo lo ficticio de este mundo, se desvanecería nuestra fe. El que no se dispone con todo su corazón no puede entender ni comprender la magnitud de su sacrificio.

El evangelio es la verdadera esperanza para los gentiles; para nosotros. Pero no podemos quedarnos en el letargo: “Ya es hora de que despierten del sueño, pues nuestra salvación está ahora más cerca que cuando inicialmente creímos. La noche está muy avanzada y ya se acerca el día” (Romanos 13:11b-12).

Anunciemos el mensaje claro del Señor con el denuedo y la tenacidad de Pablo. El mensaje de la verdadera esperanza que llene de alegría y paz a todos los que lleguen a sus píes.


¡Te alabamos Señor y bendecimos tu nombre! Solamente un Dios como tú, ha permitido que te conozcamos y alcancemos tu gloria. Enséñanos a ser discípulos de Pablo para llevar también luz donde solo existe oscuridad.


Un abrazo y bendiciones.

lunes, 23 de abril de 2012

En vez de envidia, añorar la patria celestial

No envidies en tu corazón a los pecadores; más bien muéstrate siempre celoso en el temor del Señor.
Proverbios 23:17.


Lectura diaria: Proverbios 23:1-35. Versículo principal: Proverbios 23:17.


REFLEXIÓN


La envidia es un obstáculo para las personas; no los deja progresar. Nunca van a disfrutar ni apreciar lo que poseen porque siempre están codiciando algo, que por lo general es con el ánimo de pasar por encima del otro o demostrar que se es más.

La envidia es disgusto o pesar por el bien ajeno. El Diccionario Larousse lo define como vicio de las almas viles. Sí, de las almas viles porque es allí en el corazón donde se cuecen los diferentes deseos de la carne. Desafortunadamente vivimos en un mundo lleno de rivalidades y siempre se quiere tener lo del otro, o ambicionar sus dotes, riquezas o bienes. Desgraciadamente vemos que existe en todos los estratos y estamentos sociales; yo diría que ni siquiera predicadores o pastores están exentos de este mal que carcome y causa mucho estrago.

Respecto al versículo que nos incumbe, se ve gente que no sigue al Señor y es a la que mejor le va. Es lógico que nos cuestionemos y pensemos ¿entonces, en qué estoy yo? Sin embargo, el Señor nos dice en el versículo siguiente: “Cuentas con una esperanza futura, la cual no será destruida” (v. 18). Quiere decir ni más ni menos que, por más que veamos mucho lujo, suntuosidad y riqueza en abundancia, nunca esto se comparará a la gloria venidera que nos espera. Es que ni siquiera nos alcanzamos a imaginar cómo será de esplendorosa la vida compartida en el cielo al lado de nuestro amado Señor: “Vi además la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente vestida para su prometido”; “¡Aquí entre los seres humanos, está la morada de Dios!”; “Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor”; “Resplandecía con la gloria de Dios, y su brillo era como el de una piedra preciosa, semejante a una piedra de jaspe trasparente”; “La muralla estaba hecha de jaspe, y la ciudad era de oro puro, semejante al cristal pulido. Los cimientos de la muralla de la ciudad estaban decorados con toda clase de piedras preciosas” (jaspe, zafiro, ágata, esmeralda, ónice, cornalina, crisólito, berilo, topacio, crisoprasa, Jacinto y amatista); “Las doce puertas eran doce perlas… La calle principal de la ciudad era de oro puro, como cristal trasparente” (Apocalipsis 21:2, 3b, 4a, 11, 18-19, 21). Nada se puede comparar a la que será nuestra próxima mansión celestial. Ni traficante alguno, ni los jeques más ricos del mundo podrán tener algo semejante.

Así que no dejemos que la envidia nos destruya venga de quien venga porque nuestra próxima morada será incomparable y allí solamente estaremos “aquellos que tienen su nombre escrito en el libro de la vida, el libro del Cordero” (Apocalipsis 21:27b). Despertemos en los incrédulos la envidia de nuestra patria celestial, para que quieran ellos también poseerla y tener nosotros el privilegio de llevarlos a ese nuevo hogar.

Gracias Señor: Porque sé que cuento con una bendita esperanza que jamás nadie podrá destruir, con la certeza que has escrito mi nombre en el libro del Cordero y gozaré estando a tu lado por siempre.


Un abrazo y bendiciones.