miércoles, 9 de junio de 2010

La seguridad de la protección divina

A las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde ha de venir mi ayuda?
Salmo 121:1.


Lectura diaria: Salmo 121:1-8. Versículo del día: Salmo 121:1.

ENSEÑANZA

Si hay algo en lo que siempre he tenido firmeza y confianza es en la protección del Señor. Salgo a la calle confiada en que va a mi lado. ¿De dónde proviene mi socorro? Mi ayuda viene del Señor. Él, que hizo el cielo, la tierra y los cuida junto a toda su naturaleza, ¿no cuidará a sus hijos? Indudablemente que sí. El Señor no nos dejará resbalar porque no está dormido, estará atento a cualquier paso que demos en falso; continuamente velará por los suyos. Si vamos de día, su sombra nos protegerá; si vamos de noche igualmente. Su sombra siempre estará sobre nosotros, tal como lo hizo con su pueblo Israel cuando andaba por el desierto: la nube los cubría y guiaba en el día, y en la noche una columna de fuego; de ese mismo modo nos cuidará y velará en nuestro andar. Si estamos en la ciudad o en el campo, en el hogar o el camino su bendición siempre nos acompañará (Dt. 28: 3 y 6). El Señor nos guardará de todo mal, protegerá nuestra vida y no permitirá que nada nos haga daño. La versión Reina Valera nos lo dice más claro: “El guardará tu alma, guardará tu salida y tu entrada, desde ahora y para siempre” (v. 7b-8). Ante la protección del Señor debemos estar confiados. Siempre al salir o en un momento de temor debemos recurrir a su sangre poderosa, pidiendo que nos cubra con ella, y que como dice el Salmo 91: 11: ordene a sus ángeles que nos cuiden en todos los caminos. Nunca dudemos de la protección de Dios, Él siempre va adelante abriendo las puertas que tiene que abrir y cerrando las que crea conveniente. Aunque no le veamos, a nuestro lado permanecerá; su protección nunca nos abandonará.

Un abrazo y bendiciones.

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