martes, 1 de junio de 2010

Entregarle los hijos al Señor

Ahora yo por mi parte se lo entrego al Señor”.
1ª. Samuel 1:28.


Lectura diaria: 1ª. Samuel 1: 21-28. Versículo del día: 1ª. Samuel 1:28.

ENSEÑANZA

Toda madre cristiana debe entregarle los hijos al Señor. El ejemplo de Ana la madre de Samuel, nos sirve para saber que Dios tiene en cuenta este detalle y después se glorificará en sus vidas. Samuel fue utilizado por el Señor como sacerdote de Israel. Estuvo presente en el reinado de Saúl y en el de David. A veces creemos en medio de dificultades, especialmente cuando nuestros hijos están en la edad de la adolescencia, que Dios se ha olvidado de ellos, pero no, eso jamás sucederá. Siempre debemos colocarlos ante el trono del Señor y orar porque Él, los ponga por cabeza en toda acción que emprendan, y si es el caso guerrear por ellos rompiendo, destruyendo y derribando toda artimaña de Satanás en sus vidas. “Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas. Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo” (2.Co. 10:4-5). La vida cristiana no es fácil y considero que para los jóvenes, menos. Como madres, estamos llamadas a interceder continuamente por los hijos sean grandes o pequeños; a luchar por ellos y no darle cabida a Satanás, porque sabemos que él anda como león rugiente buscando a quien devorar y para sus planes malévolos ¿cuál mejor presa que los hijos? Entonces con las armas que tenemos, destruir todo argumento y altivez no permitiendo que la ira y el desencanto nos dominen, sino entregándole al Señor todo pensamiento negativo que se levante contra ellos. Esto hace parte de la bendición, lo contrario, acarrearía maldición y debemos tener muchísimo cuidado no sólo con las palabras y hechos sino también con los pensamientos. Madres: de nosotras depende el futuro espiritual de nuestros hijos y por ende alrededor de éste, su vida completa. Esforcémonos en darle a ellos, todo aquello de lo que Dios nos ha provisto para tener la satisfacción de lograr la meta anhelada, y verlos realizados de acuerdo a nuestra visión, con el gozo de saber que van por el camino correcto siguiendo los pasos de un buen cristiano. Amado Señor: Te entregamos nuestros hijos para que cumplas en ellos tu perfecta voluntad; derrama tu gracia sobre sus vidas. Amén.

Un abrazo y bendiciones.

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