sábado, 12 de junio de 2010

El mérito no es nuestro

Entiende bien que eres un pueblo terco, y que tu justicia y tu rectitud no tienen nada que ver con que el Señor tu Dios te dé en posesión esta buena tierra.
Deuteronomio 9:6.


Lectura diaria: Deuteronomio 9:1-6. Versículo del día: Deuteronomio 9:6.

ENSEÑANZA

Gracias a Dios que por su infinito amor el Señor Jesucristo vino a rescatarnos del pecado y de la muerte (Ro. 5:8). Sin merecerlo murió por nosotros haciéndose el más vil y pecador de los hombres, aun cuando en Él nunca hubo pecado alguno 2 Co. 5:21). Por eso nadie, por más bueno que intente ser o parezca, puede decir que es salvo por sus propios medios: “no vayas a pensar: “El Señor me ha traído hasta aquí, por mi propia justicia (Dt. 9:4). Somos salvos por gracia, por regalo de Dios por la fe en Jesucristo (Ef. 2: 8-9). Así como el Señor tuvo compasión por su pueblo, “por amor a su gran nombre”, también está listo a recibir al más pecador de los pecadores y jamás rechazará al que llegue a sus pies arrepentido. “Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne. Infundiré mi Espíritu en ustedes, y haré que sigan mis preceptos y obedezcan mis leyes”; “Los libraré de todas sus impurezas” (Ez. 36:26 y 29), porque donde está el Espíritu de Dios, allí, hay libertad (2 Co. 3:17). Démosle gracias a Dios porque a pesar de haber sido y ser todavía tercos, nos miró con agrado y nos escogió como hijos suyos, permitiendo que día a día seamos transformados a su semejanza con más y más gloria, por la acción del Señor que es el Espíritu (2 Co. 3:18), aún sin merecerlo.

Un abrazo y bendiciones.

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