jueves, 24 de junio de 2010

Corazón humilde para perdonar

¿Quién encuentra a su enemigo y le perdona la vida? ¡Que el Señor te recompense por lo bien que me has tratado hoy!
1ª. Samuel 24:19.

Lectura diaria: 1ª. Samuel 24:14-22. Versículo del día: 1ª. Samuel 24:19.

ENSEÑANZA

David nos deja una lección de perdón difícil de encontrar, especialmente en estos tiempos de tanta maldad e injusticia. Después de todo lo que el rey Saúl le había hecho a David, simplemente por envidia y celos de ver que el Señor ya lo había escogido para ser su sucesor, David, teniendo la oportunidad de matarlo, se levantó con el corazón misericordioso y humilde que tenía, y no dejó que ninguno de sus hombres pusiera la mano sobre el ungido de Dios. ¿Cuántas cosas nos ocurren a diario, causadas por enemigos que nos ganamos a priori, generadas también por envidias, rencores y rivalidades, o sencillamente por ansías de poder y de riqueza? He conocido situaciones bien difíciles de perdonar como en el caso de aquel señor que le mataron a sus padres en la guerra y después de convertirse al cristianismo se encontró de frente con uno de los asesinos en su misma iglesia, pidiéndole perdón a Dios y entregando su vida a Jesús. O el caso en que Dios voltea la agresión y de allí brota una bendición como ocurrió con aquella niña que violaron y aún así por encima de todo argumento, prefirió seguir con su embarazo y más tarde ese niño se convirtió en su sustento y líder espiritual. Muy seguramente para ellos como víctimas no fue nada fácil aceptar estos hechos y perdonar. Quizá tu agresión no ha sido ni medianamente parecida a estos casos y sin embargo en tu corazón hay resentimiento. El Señor Jesucristo vino a darnos ejemplo de vida con su amor y misericordia. Se hizo pecador por nosotros sin haber cometido pecado alguno; pero para que tanto tú como yo pudiéramos reconciliarnos con Dios, no le importó ni tuvo cuidado en humillarse al punto de morir y morir crucificado que era una de las muertes más denigrantes. Yo sé muy bien que no es fácil levantar la cabeza y exclamar un “te perdono”, pero eso es lo que Dios demanda de sus hijos. El Señor se encargará de vengarse y permitirá que los agresores caigan en su propia red, mientras nosotros salimos bien librados; pero si buscamos nuestra propia represalia, nos encontraremos con más problemas. Aprendamos de David y perdonemos con corazón humilde, que Dios no se queda con nada guardado y la recompensa llegará.

Un abrazo y bendiciones.

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